Dicen que sólo Roma puede equiparase a la ciudad de la luz y el amor, a nivel de patrimonio arquitectónico. En cambio, en otros aspectos se nota que es una de las principales capitales de Europa: es una ciudad limpia, ordenada, elegante y encantadora.

 París tiene algo que hace que al pasear por las calles te aparezca  una sonrisa, te saca suspiros por cada rincón que pasas, te ayuda a encontrar en ti mismo sentimientos  nuevos, te inspira y te invita a aprender. Asique imagino que por eso dirán que es la ciudad de amor y la luz.  Y qué mejor fecha para venir a París que Febrero con San Valentín rondando.

Llegamos a París (Charles de Gaulle) después de un agradable vuelo con Airfrance el día 11 de febrero y tras dejar los bultos en el hotel (que estaba en el barrio de Montmartre) comenzamos el intenso turismo: vimos le Champs- elysees, les invalides (donde está la tumba de Napoleón y el museo de la armada Francesa), la torre Eiffel, Trocadero, el arco del triunfo, la place de la concorde, la Madeleine, la opera de Garnier y las Galerías Lafayette.

Al día siguiente vimos el Louvre (donde nos pegamos toda la mañana), por la tarde fuimos a Notre Dame y al Pompidou. El tercer día visitamos el museo d’Orsay, el Pantheon, la Santa Chapelle, la Biblioteca Nacional, el Sacre Coeur y Montmartre. Por último, el día 14 de febrero, San Valentín, antes de irnos, fuimos a Sant Denis, una iglesia del gótico radiante preciosa, con muchísima luz de colores que se filtraba a través de la vidireras y poco tiempo después estábamos en Roma paseando frente a la dorada fachada de la basílica de San Paolo.

Fotografías:

1. Torre Eiffel

2. Galerias LaFallete

3. Vistas desde Notre Dame

4. Notre Dame desde el Sena

5. Pompidou

6. Biblioteca Nacional

7, 8 y 9 Sant Denis

 Asique poco más se podría pedir.  En un día tan especial como lo era habíamos tenido el privilegio de estar en Roma y París, las dos ciudades más predispuestas al amor.